Este factor describe el desequilibrio en la proporción de cada uno de los diez principales accionistas de una empresa cotizada, y se utiliza para cuantificar la concentración o dispersión del capital. Cuanto mayor sea el valor del factor, más dispersa será la distribución de los ratios de participación de los diez principales accionistas, es decir, menos concentrada será la estructura accionarial; cuanto menor sea el valor del factor, más concentrada será la distribución de los ratios de participación de los diez principales accionistas, es decir, más concentrada será la estructura accionarial. Generalmente se cree que, dentro de un cierto rango, cuando la estructura accionarial está relativamente concentrada (es decir, el valor del factor es bajo), refleja la confianza del mercado en el desarrollo a largo plazo de la empresa, así como la atención y el mantenimiento de la gestión empresarial por parte de los principales accionistas, lo que puede tener un impacto positivo en el precio de las acciones. Sin embargo, es necesario estar atentos a que una participación accionarial extremadamente concentrada también puede ir acompañada de posibles riesgos de gobernanza y la posibilidad de transferencia de intereses. Por lo tanto, este factor debe considerarse en combinación con otros factores en aplicaciones prácticas.